viernes, 25 de octubre de 2013

Brujula: El Misterio de los Tranvías

Reportaje publicado en el Diario El Universal en el mes de julio de 1976

Brujula: El Caso de los tranvías de Caracas


Reportaje publicado en el Diario El Universal el 04 de enero de 1944

Federico Strauss, limusina Packard y un Franklin que nunca llegó

En mayo de 1974 falleció don Federico Strauss, técnico de alto nivel en los talleres del Gran Ferrocarril de Venezuela (GFV) desde cuando llega al país hacia 1920. Había nacido en Alemania en 1899,

Luego de años sirviendo al GFV, trabajó en Carenero, también en asuntos relacionados con aquel ferrocarril que desde ese puerto mirandino operaba hacia el interior de Barlovento.

El señor Strauss hizo muy buena amistad con mis padres, Julio César Bello Urbina y Caridad Domínguez de Bello. Los hijos de Strauss, mi hermano y yo, jugábamos alrededor de la casa asignada a Strauss por la compañía alemana del ferrocarril para que viviera. Era de estilo alemán, situada a un lado de la línea del tren en El Guarataro. En la época vacacional, juntos íbamos a La Guaira, Calle Ricaurte número 1.

Pues bien, estando en el velorio del viejo Strauss, en la funeraria La Equitativa en El Rosal, Guillermo José Schael, el periodista de El Universal, quien varias veces entrevistó al señor Strauss por los nexos con los trenes, vio de lejos mi limusina Packard del año 1940 en la que llegué al funeral.

Se me acercó para indagar los detalles que pudiera ofrecerle acerca de tan vistoso automóvil. Me presenté como amante de los Packard y amigo de la familia Strauss. Me dio seguridades que el general López Contreras alguna vez utilizó ese automóvil a lo cual le di el crédito merecido por persona tan compenetrada con el tema de los medios de transporte.

De ahí en adelante mantuve cierta relación con Schael quien me solicitó trajera el mío al Museo porque a pesar de que la colección incluía varios tipos de Packard, le parecía conveniente permitir que el público conociera mi preciosa limusina, además, por poseer el valor añadido de haberle servido alguna vez –según Schael- al general López Contreras, paisano tachirense de mis antepasados, mi abuelo generales Jorge Antonio Bello, y sus hermanos, también generales, Obdulio y Simón Bello, este último casado con la hermana de Cipriano Castro, los tres incorporados a la Campaña Restauradora, como Castro, nativos de Capacho Viejo-Libertad.

Mi limusina estuvo en el Museo varios meses. Venía con frecuencia para darle cariños y ver cómo Cedeño se esmeraba en cuidarla al igual que el resto de la colección.

Nunca me imaginé que algún día llegaría a ser funcionario del Museo del Transporte del cual Guillermo Schael fue de los más entusiastas fundadores y director; en mayo de 1994 me incorporaron para servir como Bibliotecario, función que aún desempeño. Mis hijos suelen repetir que formo parte del patrimonio del Museo del Transporte.

En cierta ocasión, Guillermo Schael me encomendó gestionar en Estados Unidos la posibilidad de comprar y traer un auto clásico. Hice la diligencia hasta encontrar un sedán 1923 marca Franklin, en condiciones para agregarlo a la colección del Museo. Costaba 25 mil bolívares. Por razones que no puedo precisar, nunca lo compré y menos todavía traído al país.

Juan López “Kostia”, periodista redactor de El Universal, editor de la revista humorística Salpicones, era tío de mi esposa Isabel Zarzalejo.

                                                                                  Jorge Bello Domínguez.

En la fotografía, con Guillermo Schael y mi Packard 1940, el día que nos conocimos en la avenida Venezuela de El Rosal.

Packard limusina 1941 a poco se haberla retirado de la exposición en el Museo del Transporte.

Isabel y yo examinamos el Franklin en Melbourne, Florida, donde entusiasmamos al propietario que deseaba vender aquel clásico que nunca puso llegar a Caracas.


jueves, 10 de octubre de 2013

Algunos libros de Schael, cronista de Caracas

Por: Elis Labrador            17 de enero de 2011

La labor de Guillermo José Schael podría reflejarse en sus crónicas sobre Caracas. En sus libros se muestra una pasión por la ciudad que no solo se encuentra en el texto sino en las imágenes que logro reunir entre fotografías, litografías, cuadros y postales sobre la cronología de un lugar que fue perdiendo terreno a lo rural para ganarlo en la densidad que hoy tenemos. Esta pasión fue concertada entre la preocupación histórica, el dato preciso, los archivos de la Biblioteca Nacional, la llegada del primer automóvil en Venezuela (recordemos que a él le debemos el Museo del Transporte), por ejemplo, para relatarnos en tono periodístico el suceso visto en ese tiempo con los ojos del presente. 
Debido a esta preocupación fue designado Cronista de la ciudad, cargo que fue desempeñado por Mario Briceño Iragorry, Enrique Bernardo Nuñez y Guillermo Meneses anteriormente. A la preocupación por Caracas Guillermo José Schael escribió en 1966 un portentoso libro que dividió en cuatro partes, desde 1821 hasta 1967: Caracas de siglo a siglo.El libro com ienza con la Batalla de Carabobo hasta los sucesos de 1850, luego menciona a la ciudad del 900 hasta la fundación del periódico “El Universal” por el poeta Andrés Mata recordando las tertulias con otros escritores venezolanos, los movimientos poéticos, libros y la dictadura gomecista hasta finalizar con la época de la explosión demográfica y económica a mediados del siglo XX. Luego escribió Apuntes para la historia. El automóvil en Venezuela (Caracas, 1969). El automóvil visto como un símbolo de progreso y desarrollo económico, la anécdota del primer vehículo que conoció el país por medio de Cipriano Castro, la necesidad de vías que comuniquen pueblos con la ciudad de Caracas como Chacao y Petare, a la vez que se van abriendo nuevas rutas por el Este de la ciudad, los precios de los automóviles y las estimaciones de accidentes de transito por año. 
El vecindario de Simón Bolívar(Caracas, 1984), este libro está dedicado enteramente a la figura del Libertador. Hace alusión a las calles, casas, esquinas, plazas y mercados donde se encuentra la casa de Bolívar, dentro del libro se reflejan datos exactos (fotostáticas y transcripciones) de partidas de nacimiento de Bolívar, el acta de defunción de la esposa, el censo de la ciudad del Cantón de Caracas de 1829 y algunas anécdotas y ordenanzas de la época. Todos estos libros están acompañados por imágenes que logran dinamizar el texto logrando evocar, en el lector, la posibilidad de una ciudad que pudo ser diferente a la que tenemos: el detalle de una carreta paseando por el antigua cementerio de los alemanes (hoy el mercado de Quinta Crespo), los terrenos donde se levanta la ciudad universitaria, las lavanderas descansando a orillas del río Guaire, me resulta revelador y sorprendente. 
Sé que Guillermo José Schael tiene más libros, conozco los anteriores porque los conservo en mi biblioteca. Pienso que sería posible una coedición para sensibilizar a los nuevos habitantes de esta ciudad que a pesar del rostro que hoy adopta puede ser mirada con el amor que Schael trasmitió en sus libros.