viernes, 25 de octubre de 2013

Federico Strauss, limusina Packard y un Franklin que nunca llegó

En mayo de 1974 falleció don Federico Strauss, técnico de alto nivel en los talleres del Gran Ferrocarril de Venezuela (GFV) desde cuando llega al país hacia 1920. Había nacido en Alemania en 1899,

Luego de años sirviendo al GFV, trabajó en Carenero, también en asuntos relacionados con aquel ferrocarril que desde ese puerto mirandino operaba hacia el interior de Barlovento.

El señor Strauss hizo muy buena amistad con mis padres, Julio César Bello Urbina y Caridad Domínguez de Bello. Los hijos de Strauss, mi hermano y yo, jugábamos alrededor de la casa asignada a Strauss por la compañía alemana del ferrocarril para que viviera. Era de estilo alemán, situada a un lado de la línea del tren en El Guarataro. En la época vacacional, juntos íbamos a La Guaira, Calle Ricaurte número 1.

Pues bien, estando en el velorio del viejo Strauss, en la funeraria La Equitativa en El Rosal, Guillermo José Schael, el periodista de El Universal, quien varias veces entrevistó al señor Strauss por los nexos con los trenes, vio de lejos mi limusina Packard del año 1940 en la que llegué al funeral.

Se me acercó para indagar los detalles que pudiera ofrecerle acerca de tan vistoso automóvil. Me presenté como amante de los Packard y amigo de la familia Strauss. Me dio seguridades que el general López Contreras alguna vez utilizó ese automóvil a lo cual le di el crédito merecido por persona tan compenetrada con el tema de los medios de transporte.

De ahí en adelante mantuve cierta relación con Schael quien me solicitó trajera el mío al Museo porque a pesar de que la colección incluía varios tipos de Packard, le parecía conveniente permitir que el público conociera mi preciosa limusina, además, por poseer el valor añadido de haberle servido alguna vez –según Schael- al general López Contreras, paisano tachirense de mis antepasados, mi abuelo generales Jorge Antonio Bello, y sus hermanos, también generales, Obdulio y Simón Bello, este último casado con la hermana de Cipriano Castro, los tres incorporados a la Campaña Restauradora, como Castro, nativos de Capacho Viejo-Libertad.

Mi limusina estuvo en el Museo varios meses. Venía con frecuencia para darle cariños y ver cómo Cedeño se esmeraba en cuidarla al igual que el resto de la colección.

Nunca me imaginé que algún día llegaría a ser funcionario del Museo del Transporte del cual Guillermo Schael fue de los más entusiastas fundadores y director; en mayo de 1994 me incorporaron para servir como Bibliotecario, función que aún desempeño. Mis hijos suelen repetir que formo parte del patrimonio del Museo del Transporte.

En cierta ocasión, Guillermo Schael me encomendó gestionar en Estados Unidos la posibilidad de comprar y traer un auto clásico. Hice la diligencia hasta encontrar un sedán 1923 marca Franklin, en condiciones para agregarlo a la colección del Museo. Costaba 25 mil bolívares. Por razones que no puedo precisar, nunca lo compré y menos todavía traído al país.

Juan López “Kostia”, periodista redactor de El Universal, editor de la revista humorística Salpicones, era tío de mi esposa Isabel Zarzalejo.

                                                                                  Jorge Bello Domínguez.

En la fotografía, con Guillermo Schael y mi Packard 1940, el día que nos conocimos en la avenida Venezuela de El Rosal.

Packard limusina 1941 a poco se haberla retirado de la exposición en el Museo del Transporte.

Isabel y yo examinamos el Franklin en Melbourne, Florida, donde entusiasmamos al propietario que deseaba vender aquel clásico que nunca puso llegar a Caracas.


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